EL VOLUNTARIADO DE AKAFI, ATENCIÓN A NIÑOS 

ENFERMOS Y RECURSOS PARA EL OCIO EN EL 

HOSPITAL              

  



                            



                ASOCIACIÓN AKAFI





1. EL VOLUNTARIADO DE AKAFI.

1. A. PERFIL DEL VOLUNTARIO.

 Akafi es una asociación que desarrolla su labor actualmente en el hospital “Niño Jesús” de Madrid y tiene en proyecto llegar a otros hospitales. Su objetivo principal es intentar que sea más llevadera la estancia en el hospital tanto del niño enfermo como de la familia. 
La asociación está compuesta en su totalidad por voluntarios, sin los cuales no podríamos llevar nuestra labor a cabo. La idea de crearla surgió de un grupo de personas que, después de hacer un análisis de la realidad, vieron la necesidad de organizarse con el fin de dar cobertura a aquellas demandas de voluntariado que no eran atendidas por otros compañeros. A través de las cuales:
• Ofrecer un servicio lúdico-educativo y de acompañamiento a l@s niñ@s con problemas de salud.  
• Optimizar, en la medida de lo posible, la situación de las familias de esos niñ@s a través de diferentes servicios.
• Fomentar la interacción entre las distintas entidades que colaboran con el centro.
El perfil de los voluntarios que seleccionamos, abarca desde jóvenes a adultos, sensibilizados con la problemática de los colectivos desfavorecidos a los que atendemos en el hospital. Buscamos personas que sepan escuchar, que deseen trabajar con niños, creativas, con imaginación, que tengan capacidad de trabajo en equipo, dinámicos, … Estos son los requisitos básicos:

• No se precisa una formación previa en animación, sin embargo, es necesario haber realizado el curso de formación básica en el voluntariado. 
• Personas comprometidas, que tengan intención de comprometerse, al menos, durante dos meses.
• Que tengan claro que no ofrecemos caridad sino ayuda y compañía a través de la animación, del diálogo, de nuestra cercanía. Por tanto, personas que sepan ser cercanas a los niños.
• Con iniciativa, pero teniendo en cuenta sus limitaciones: no somos personal sanitario, no somos sus familiares directos y nunca ocuparemos esa tarea. Además, no estamos para solucionar problemas; nosotros dirigimos e informamos del personal que puede hacerlo. El voluntario ha de tener claro que sus funciones son, única y exclusivamente, las de animación y acompañamiento.
• Mayores de edad, como exige el protocolo de actuación con el hospital.
• Personas que no busquen un voluntariado a la carta, seleccionamos personas que puedan colaborar en todas nuestras actividades, dentro del marco hospitalario.

• Disponer de un certificado negativo del Registro Central de Penados por delitos contra la libertad e indemnidad sexual, trata y explotación de menores. 
• Que puedan comprometerse dos tardes o dos mañanas a la semana, en cualquiera de los siguientes horarios: 9:00 a 13:00, o de 17:00 a 20:00 horas.
Los procesos de selección de voluntarios se han ido adaptando a las necesidades de la asociación, partiendo de la experiencia de procesos anteriores. Los beneficios que obtiene el voluntario con su labor son muchos: enriquecimiento personal, sentimiento de ser útil, conocimiento del medio hospitalario, mejora de las relaciones sociales, ocupación del tiempo libre, aprendizaje de estrategias para desenvolverse en situaciones difíciles y aprecio a lo que uno tiene.

1. B. FIGURA DEL VOLUNTARIO EN HOSPITALES: HABILIDADES BÁSICAS.

 Para trabajar en el ámbito hospitalario conviene practicar una serie de habilidades básicas:
1. Practicar la escucha activa, que consiste en utilizar mecanismos verbales y no verbales para demostrar al niño que le estamos escuchando con atención y que nos interesa lo que nos está contando. El voluntario debe hacer suya la misión de estar cerca del menor, de hacer que se sienta escuchado, para lo que puede usar las siguientes técnicas: 
• No verbales:
 Contacto visual: mantener una mirada directa al interlocutor.
 Expresión facial que refleje atención y que sea agradable (acompañar con una sonrisa, por ejemplo).
 Postura corporal dirigida al otro.
 Acompañamiento del mensaje verbal con gestos coherentes con el mismo.
 Movimientos afirmativos con la cabeza.
• Verbales:
 Respetar las normas de una comunicación adecuada: no interrumpir, respetar al otro, respetar los silencios del otro.
 Parafrasear: repetir con otras palabras el mensaje del interlocutor de manera que refleje sus sentimientos y su contenido. (Ejemplo: “Te sientes fatal, porque claro, tú no esperabas que...”)
 Resumir: extraer de su discurso el concepto fundamental (“O sea que...”, “Si no te he entendido mal...”, “A ver si lo he entendido...”).
 Preguntar: formular preguntas breves y abiertas que motiven al otro a continuar hablando (“Y qué te parece...”, “¿Y cómo te encuentras?”).

 Utilizar expresiones de reconocimiento y reafirmación: “Claro”, “Te entiendo”, “Te escucho”, “Es interesante lo que dices”.
 Emplear murmullos de aprobación, afirmación o negación: “Hum, hum”, “Ajá”, etc.
2. Tener capacidad de empatía, es decir, ponerse en el lugar del otro y entrar en sintonía con su estado de ánimo. Este punto es importante, porque nos ayudará a entender mejor como puede sentirse el niño o la familia. Algunas claves para expresar empatía:
 Observar: debemos prestar atención tanto a la comunicación verbal (contenido del mensaje) como a la no verbal (tono, volumen, postura corporal, gestos, expresión facial, etc.).
 Aplicar la escucha activa.
 Recoger tanto los sentimientos como el contenido del mensaje: “entiendo que te sientas triste porque hoy no has visto a tus padres …”
 Atender no sólo a la información manifiesta, sino también a la latente (la que no se transmite explícitamente).
 Emitir mensajes objetivos, que no reflejen juicios de valor ni interpretaciones: empatizar no es dar la razón.
 Demostrar que se comprenden los sentimientos del otro (pero sin perder el autocontrol).
 Hacer preguntas que permitan asegurarse de que uno entiende el mensaje que le transmiten.

1. C. LO QUE SE ESPERA DEL VOLUNTARIO 
Una vez que hemos reunido esas habilidades básicas, conviene tener claras cuál va a ser nuestro papel, a la hora de colaborar en el hospital. Un voluntario es alguien que…
• hará, principalmente, funciones de acompañamiento dirigidas a menores que se encuentren solos en su habitación, y siempre que se le solicite desde la entidad;
• forma parte de un equipo que funciona bajo la supervisión del responsable de voluntariado, por lo que deberá saber trabajar en equipo;
• respeta al personal sanitario del hospital y atiende a sus sugerencias;
• va bien identificado con chaleco y tarjeta;
• interactúa con los padres y les presta su apoyo;
• se relaciona con el niño de una manera lúdica-educativa;
• no satisface las necesidades básicas del menor al que acompaña, tarea que deja en manos del personal sanitario, no pudiendo dar comidas ni hacer aseo;
• respeta la confidencialidad de datos de la familia, no haciendo fotos, comentarios ni intercambio de números de teléfono;
• viene bien aseado y respeta el protocolo de higiene

1. D. INCORPORACIÓN Y SEGUIMIENTO DEL VOLUNTARIADO
Una vez que la persona interesada se ha puesto en contacto con nosotros se le cita para una entrevista previa, en la que puede exponer sus motivaciones. En el encuentro, le explicamos el funcionamiento del voluntariado, lo que se espera de los candidatos y el trabajo a desarrollar. Además, tratamos las normas y protocolos que deberá seguir y respetar. 
Superada la entrevista, los aspirantes deberán ser recibidos por la trabajadora social del hospital encargada de supervisar y autorizar su incorporación a la fase práctica. Si no tuviera su aprobación, no sería seleccionado. Uno de los requisitos para superar esta fase, es haber realizado un curso formativo básica en el voluntariado. 
Para incorporarse a la parte práctica, el candidato deberá disponer de un certificado que acredite que no tiene antecedentes penales en relación a delitos sexuales con menores. Se establecerán dos o tres semanas de colaboración en el hospital realizando las actividades propias del voluntariado. Tiempo, en que el candidato, estará siempre acompañado por personal de la asociación que completará la formación con la práctica en las diferentes actividades. Llegado el momento, una vez establecido el tiempo que cada candidato precise, procederemos a formalizar su incorporación, ya como parte de nuestro cuadrante de voluntarios. 
Trabajamos en grupos de entre seis y siete voluntarios, establecidos en los diferentes horarios de mañana y tarde, que deberán cubrir las necesidades de acompañamientos diarias y las actividades que la entidad tiene comprometidas con el hospital del Niño Jesús. 
Una vez que el voluntario se ha incorporado al trabajo con nosotros, deberá participar en las reuniones que se programen con la finalidad de mejorar nuestro trabajo y reciclarnos en materia de ocio. Llevamos un control diario de cada uno de los servicios prestados, acompañamientos, número de voluntarios que han participado y actividades realizadas. Y estamos abiertos a sugerencias e ideas que nuestro equipo de voluntarios quiera aportar. Ellos son los que hacen realidad nuestro proyecto y en ellos, la entidad confía su crecimiento y las mejoras que se vayan estableciendo en cada una de nuestras actividades. 

1. E. RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS. 
 A cada voluntario se le entrega un carnet, a modo de identificación, que deberá llevar durante el desarrollo de sus funciones como voluntario en el hospital.
 Ante cualquier problema o conflicto que pueda surgir con cualquier agente implicado, el voluntario debe dirigirse a su responsable de grupo o al coordinador general y no tomar decisiones que puedan afectar al trabajo del grupo. El compromiso firmado implica la aceptación de las normas. Si estas no se cumplieran, primero se trataría, de forma privada, con la persona implicada. Y procederíamos a darle de bajo en la asociación si su mal comportamiento fuera reiterado. Incurrir en el grave error de no respetar la confidencialidad de la información que manejamos de las familias, como hacer fotos a un niño y subirlas a las redes sociales, supondrá la baja automática del voluntariado.
 Las causas por las que se plantearía dar de baja a un compañero son:
• Actuaciones unilaterales que perjudicasen el trabajo de la asociación.
• No atenerse a los horarios establecidos o comprometidos, y mostrar un desinterés por el voluntariado. 
• Acumulación de faltas injustificadas.
• Si no hubiera necesidades de acompañamiento negarse, en repetidas ocasiones, a desempeñar otras actividades de animación sin causa justificada.
• No guardar las medidas higiénicas necesarias.


2. ATENCIÓN A NIÑOS ENFERMOS.

2. A. EL NIÑO ENFERMO.

Estar sano es mucho más que no estar enfermo. Es poder relacionarse con otros y otras, es sentirse bien con uno mismo y quererse, es reír y tener con quién compartir esa carcajada. Es no dejar de aprender y de jugar, de tener curiosidad por las cosas que nos rodean y ganas de ver, oler, escuchar y sentir el mundo.
Todo niño que es hospitalizado, de entrada y al igual que la familia, puede sentir angustia, ansiedad, temor a lo desconocido, intranquilidad, inseguridad y temor a la muerte. También temor por perder el curso. Los niños reaccionan de diferente manera a la hospitalización, dependiendo de su personalidad. También influyen: la edad; el tiempo que lleven ingresados (el tiempo de permanencia en el hospital puede repercutir en la estabilidad emocional del niño, derivando en mayor grado de ansiedad, nerviosismo, apatía y desgana por todo); si están pendientes de un diagnóstico (puede provocar un desajuste emocional); el tipo de patología (no es igual un problema de trauma, por ejemplo, que una enfermedad crónica como el cáncer) y la actitud de los padres y de la familia.
 Un niño o una niña enferma quizás no goza de una buena salud física, y lograr que la tenga es tarea de los profesionales sanitarios. Sin embargo, puede gozar de una buena salud psíquica y social, y eso es tarea, entre otras, de los animadores voluntarios. 
 Y lo primero que tenemos que lograr para mejorar la calidad de vida de los niños hospitalizados es cambiar nuestro punto de vista sobre la enfermedad y sobre las personas que la sufren. Estar enfermo no debe suscitar sentimientos de pena, que sólo harían que nos hundiéramos con ellos y alimentáramos su desánimo, sino despertar el profundo deseo de pasarlo bien con ellos, de hacerles ver las posibilidades infinitas que ofrece el hospital para divertirse y aprender y, sobre todo, valorar la importancia de no auto limitarnos.
Según cada caso, el niño enfermo tiene que afrontar una serie de problemas que se derivan de su nueva situación:
o La hospitalización, que produce un cambio brusco de su entorno y en las actividades que normalmente realiza: cuando un niño es hospitalizado, se encuentra de pronto en un entorno extraño, controlado por personas ajenas, rodeado de ruidos, olores, y artilugios cuyo uso desconoce. De repente debe adaptarse a unas normas y rutinas distintas a las que conocía, y debe acostumbrarse a ver caras nuevas cada día y a superar la separación de sus familiares y amigos. La enfermedad y la hospitalización conllevan una gran carga de ansiedad debido a los numerosos cambios que implican en el niñ@ o persona enferma.
o Las secuelas de la enfermedad, de las pruebas diagnósticas y de su tratamiento. Debe afrontar el dolor, los cambios en su aspecto físico, el tener que depender de elementos externos como el suero o la silla de ruedas…
o Los trastornos psicológicos que se derivan del tener que afrontar la enfermedad y la hospitalización. Según el estadio evolutivo en el que se encuentre el niño, las consecuencias a nivel psicológico varían:

 De 0 a 3 años:
     Sobre el tercer mes de vida, empiezan a manifestar conductas intencionales que permiten al bebé relacionarse con los adultos. En su primer año de vida establecen vínculos con aquellas personas que le proporcionan seguridad y protección. Entre los dos y los tres años, aparece la necesidad de relacionarse con los iguales y de interaccionar con ellos a través del juego.
Los niños de esta edad tienen un pensamiento mágico e ilógico y suelen pensar que la enfermedad, especialmente si es dolorosa, es consecuencia de su mal comportamiento o de algún “bicho” malo o personaje imaginario, y eso suele provocarles ansiedad. Además, viven las separaciones de sus padres como si éstas fueran a ser definitivas.
Hay que tratar de interactuar con el niño de un modo lúdico, animar a los padres a permanecer al lado de sus hijos, promover que los padres y madres presenten al personal sanitario y voluntarios como personas “amigas” (con el fin de que el menor no perciba una situación de abandono, ante la ausencia de la familia) y realizar actividades que potencien habilidades perceptivas, motoras, de conocimiento y sociales.

 De 3 a 6 años:
Los niños de estas edades parecen ser los más sensibles, ya que tienen una mayor dependencia de los padres y no están acostumbrados a estar fuera del hogar. Además, son lo bastante mayores para tomar conciencia de su situación, pero por lo general no comprenden lo que les está ocurriendo. Siguen demandando una gran necesidad de muestras de afecto y cercanía por parte de las figuras de apego.
En esta etapa, el niño o niña interpreta la hospitalización como un castigo por algo que ha debido de hacer mal. Por ello, se siente culpable, tiene miedo al abandono, y presenta comportamientos regresivos, como una forma de escapar a una realidad que les resulta desagradable. Esto les hace perder el interés de forma temporal por lo que les rodea y encerrarse en sí mismos. Tienden a tener comportamientos dependientes e inmaduros, y suelen sufrir pérdidas de autoestima. Es complejo afrontar la enfermedad, algo que puede dar lugar a la aparición de determinados miedos.
Es importante proporcionar al niño, desde la familia, la información adecuada para que tengan una mayor comprensión de lo relativo a la enfermedad. Así entenderá el porqué de estar encamados, el motivo de la medicación, la importancia de evitar el movimiento en determinadas pruebas médicas. Favorecer que los padres entiendan del “porqué” los niños necesitan y demandan la información de todas las cosas; favorecer que el niño participe de la toma de decisiones y un refuerzo de todas aquellas habilidades donde este ya había conseguido cierta competencia antes de la enfermedad y hospitalización.

 De 7 a 11 años:
El menor es más independiente y desplaza su atención de la familia a los amigos. Tiene una gran necesidad de relacionarse con sus iguales. No tiene sentimientos de culpa porque sabe que su enfermedad no es consecuencia de un mal comportamiento, y considera que los tratamientos médicos ayudan a mejorar su estado de salud. Tiene miedo al dolor, a las anestesias, a la mutilación física y a las operaciones quirúrgicas.
Es importante favorecer el desarrollo del aprendizaje y de las tareas educativas durante la permanencia en el hospital, a través de la realización de actividades que se adapten a la situación física del niño y favorezcan la relación con iguales, visitas de amigos, el envío de cartas,… Favorecer la comprensión de la familia ante determinadas conductas como puede ser el incremento del pudor y de la necesidad de intimidad ante determinadas pruebas médicas; y que proporcionen un clima que favorezca su independencia y le permita sentirse activo.

 Adolescencia:
Hacen un análisis racional de la enfermedad y de sus causas, y la consideran como un proceso que evoluciona, no como un estado permanente. Sin embargo, la sensación de encerramiento, la dependencia del personal sanitario, los regímenes alimenticios, la restricción de las visitas, y el miedo al dolor y a la muerte les suelen provocar sentimientos de ansiedad o depresión.
o Los cambios en la imagen corporal y la consiguiente crisis de identidad y de autoestima: las alteraciones físicas que puede provocar la enfermedad (alopecia, pérdida de peso, reacciones cutáneas, pérdida de extremidades, cicatrices, parálisis totales o parciales, …) hacen que los niños y niñas enfermas tiendan a percibirse de un modo más negativo que cuando estaban sanos. Suelen tener una imagen distorsionada de sí mismos, un alto nivel de autocrítica y un falso auto concepto. Eso les lleva en ocasiones a ser tremendamente inseguros y a aislarse de los demás por vergüenza, especialmente en el caso de las niñas, se cree que porque le atribuyen mayor importancia al aspecto físico.
o La pérdida de control sobre su vida y su intimidad. Los niños que han sido hospitalizados dejan de tener autonomía en las decisiones que afectan a sus hábitos de vida y a sus horarios, los espacios físicos se le restringen y pierden libertad de movimiento. Tienen que acostumbrarse a compartir un espacio que les es ajeno con gente a la que no conocen, y además deben perder el pudor ante los profesionales sanitarios que les hagan las pruebas (algo más difícil cuanto mayores sean).
o Los trastornos sociales, debidos al aislamiento social por la hospitalización y por la propia inseguridad del menor, así como por la presencia de un entorno más pobre de estímulos. La vida social del niño hospitalizado se interrumpe, y aunque puede crear nuevos lazos afectivos en el propio hospital, le va a resultar difícil restablecer las relaciones que tenía “fuera”, especialmente tras periodos largos de hospitalización en los que es difícil garantizar una cierta continuidad en sus relaciones sociales. Es importante que esa ruptura no sea total, que reciba visitas y ejercite su capacidad de interacción social en el hospital, para no sufrir un proceso de inadaptación cuando regrese a su entorno habitual.
o Las repercusiones psicológicas de la enfermedad en la familia: la sobreprotección, ansiedad, depresión, culpabilidad, impotencia que sienten los padres o los hermanos. Antes de los años ’60 se consideraba que un niño no debía saber nada sobre su enfermedad, ya que no era capaz de percibir y entender lo que le estaba ocurriendo y por lo tanto no necesitaba más información que la imprescindible. Lo cierto es que, a partir de los 5 años, los niños y niñas pueden ser perfectamente conscientes de la enfermedad que padecen y de su nivel de gravedad, aunque nadie se lo haya dicho. Se dan cuenta de la ansiedad que su situación provoca en los demás, y la falta de información produce en el niño enfermo tensión y fantasías perturbadoras (ellos mismos buscan respuestas a lo que les está ocurriendo a través de su imaginación y de su escaso conocimiento sobre el mundo que ahora le rodea).
      Es importante respetar y entender la importancia que tienen los amigos y la preocupación que para ellos pueden suponer las secuelas de la enfermedad en su imagen física y funcionamiento corporal. Hay que favorecer su autoestima y confianza y dar la información adecuada con respecto a la enfermedad.

2. B. LA ENFERMEDAD

La respuesta del niño a la enfermedad varía considerablemente si se trata de una enfermedad de corta duración (aguda) o sí, por el contrario, es de larga evolución o su tratamiento no es resolutivo.
Una enfermedad aguda es un trastorno orgánico que responde a un problema específico, en una zona concreta. Su duración es breve o al menos, inferior a 6 meses, remite a medida que desaparece la causa y tiene un final predecible. Los procesos agudos más frecuentes son:
• Respiratorios: bronquitis, asma, neumonías, laringitis, … Se contagian por vía respiratoria, por lo que es importante que se use mascarilla.
• Abdominales: pueden ser problemas producidos por el aparato digestivo (gastroenteritis aguda, siendo necesario usar guantes y evitar el contacto directo con otros pacientes, para evitar contagio) o el aparato urinario (infección vías urinarias, estas no son contagiosas).
• Infecciones generalizadas: sepsis, meningitis. La sepsis puede ser contagiosa antes del diagnóstico y hasta las primeras veinticuatro horas de administración de antibióticos. La meningitis no es contagiosa.
• Cirugía: puede ser programada (controlada, se le da el alta pronto) o urgente (se les da el alta entre tres y cinco días). Las primeras horas tras la intervención quirúrgica, los pacientes suelen estar mareados y vomitando, con malestar general.
• Traumatología: puede ser de urgencia o programada. Estas cirugías producen dolor en potencia funcional, por lo que tendrán limitado el movimiento a la hora de realizar sus actividades.
Una enfermedad crónica es un trastorno orgánico funcional que obliga a una modificación en el estilo de vida del paciente y que es probable que persista durante largo tiempo. La duración de este período puede variar y el proceso de la enfermedad puede ser muy inestable, con períodos de remisión o exacerbación, influyendo en el estado de ánimo y modo de responder del enfermo a su dolencia.
Las causas de estas enfermedades son factores ambientales, hereditarios o por predisposición. Son permanentes e irreversibles, requieren un entrenamiento específico del enfermo y su familia para asegurar su cuidado y precisan largos períodos de cuidados y tratamiento para su control y para paliar los efectos de la enfermedad. Tipos de enfermedades crónicas:
• Enfermedades que provocan intenso sentimiento de pérdida o amenaza física. Las más significativas son las enfermedades de mal pronóstico: oncológicas, sida, …; y las que provocan gran dependencia: renales, …
• Enfermedades que conllevan nociones de dolor o mutilación. Las más significativas son: las que en su evolución cursan un dolor crónico y las que provocan pérdidas en la imagen corporal como amputaciones o colostomías.
• Enfermedades que precisan para su evolución favorable modificaciones en el estilo de vida. Las más significativas son: las cardiovasculares (hipertensos, cardiópatas, …), las metabólicas (diabetes, obesidad, …) y las respiratorias (asma, …).
Para que un programa de tratamiento sea efectivo tiene que tener en cuenta a los padres, hermanos y familia en general. Lo ideal es motivar una buena relación entre los niños, los padres, los profesores, el personal psicológico y médico y los voluntarios.
Las enfermedades oncológicas son procesos cancerígenos del organismo. El proceso puede producir decaimiento físico y psíquico. El tratamiento, por el contrario, produce cansancio, depresión, palidez, alopecia, vómitos, alteraciones en las funciones… Conllevan un componente emocional muy acusado en el niño y en la familia. Los menores nos pueden sorprender por sus preguntas que abordaremos con naturalidad y sin expresar compasión o pena hacia ellos o sus familias. El voluntario debe recordar que no es médico y lo más adecuado es animarle a que pregunte a su médico y tratar de reconducir la conversación evitando hablar de la enfermedad. También es importante evitar hablar de la caída del pelo ni hacer comentarios que puedan herir la sensibilidad del niño. El personal sanitario tiene que llevar un control exhaustivo de la enfermedad, para estudiar la evolución de la enfermedad. Así los enfermeros deben revisar las deposiciones del enfermo y anotar todo cuanto sea relevante: litros de orina, temperatura, tensión, comidas, …
Al acompañar a un niño enfermo oncológico debemos colaborar en lo posible con el personal de enfermería dejándoles a ellos la tarea de atender a los menores en sus necesidades fisiológicas. La niñez es un tiempo especial. Si permitimos que los niños sean niños, con todas sus fantasías y temores, el panorama desalentador del tratamiento del cáncer será más fácil. En la mayoría de los períodos de la enfermedad, escuchar a los menores requiere paciencia y habilidad (pueden sentir una gran ira, irritabilidad u otras alteraciones de comportamiento). La importancia de aprender a hablar con ellos y no para ellos, no se puede minimizar. Los niños no pueden siempre elegir en las decisiones, pero ciertamente tienen voz. Es fundamental aclarar sus dudas y mantener las líneas de comunicación abiertas con él durante todas las etapas de la enfermedad.
 Las enfermedades psíquico-nutricionales son la anorexia y la bulimia, ambas son estados de ansiedad resultantes del alimento y la imagen corporal. En la anorexia existe una distorsión de la imagen que les lleva a no comer alimentos que engorden y establecer su propia dieta o recursos para eliminar peso. La bulimia es el caso opuesto, es ingerir alimentos de forma incontrolada, compulsiva, provocándose el vómito para seguir comiendo sin engordar. En el hospital, también se atiende a niños pequeños con enfermedades psíquico-nutricionales originadas, en algunos casos, por una vivencia traumática como un episodio de atragantamiento que deriva en el miedo a comer. 
 Un menor hospitalizado puede encontrarse en situación de aislamiento, sin poder salir de la habitación. En los casos de aislamiento por neutropenia, el niño tiene bajas las defensas y es preciso protegerle para que no empeore su estado de salud. El voluntario que va a realizar el acompañamiento deberá llevar una higiene adecuada, lavarse las manos y desinfectarlas, y ponerse una mascarilla. En los casos de aislamiento por contacto, el menor tiene un virus o bacteria que debe se controlado y evitar que se propague por el hospital. En esos casos, además de la higiene y el uso de la mascarilla, serán precisos unos guantes y una bata. El voluntario no debe tener miedo a este tipo de acompañamientos, siguiendo las indicaciones del personal sanitario no hay forma de contagiarse de nada. Además, si el niño tuviera algún tipo de infección contagiosa como la varicela, nos lo dirían con antelación para buscar un voluntario que ya la hubiera pasado. 
En la planta de neurología, podemos encontrarnos con un niño con crisis epilépticas. El voluntario debe estar preparado para saber cómo actuar y avisar a los enfermeros. Recordamos que, los datos de los niños atendidos en el hospital son confidenciales, por lo que en el hospital sólo tienen la obligación de informarnos de lo que debamos saber. No es de nuestra competencia conocer, por ejemplo, porque un paciente tiene la pierna escayolada, pero podemos preguntar si puede salir de la sala. En el caso de que tengamos que acompañar a un niño del que no hemos recibido ninguna información previa, podemos preguntar al enfermero que lo lleve o a la propia familia, si hay algo que debamos saber. Siempre, ante la duda, lo mejor es preguntar. 

2. C. DERECHOS DE LOS NIÑOS HOSPITALIZADOS

A. Derecho del niño a recibir una información adaptada a su edad, su desarrollo mental, su estado afectivo y psicológico, con respecto al conjunto del tratamiento médico al que se le somete y a las perspectivas positivas que dicho tratamiento ofrece.
B. Derecho a estar acompañado de sus padres o de la persona que los sustituya el mayor tiempo posible durante su permanencia en el hospital.
C. Derecho a no recibir tratamientos médicos inútiles y a no soportar sufrimientos físicos y morales que puedan evitarse.
D. Derecho a negarse (por boca de la familia) a ser sujeto de investigación, y a rechazar cualquier cuidado o examen cuyo propósito primordial sea educativo o informativo y no terapéutico. 
E. Derecho a disponer durante su permanencia en el hospital de juguetes, libros y medios audiovisuales adecuados a su edad.
F. Derecho a ser tratado, durante su estancia en el hospital, por personal cualificado, con tacto, educación y comprensión y a que se respete su intimidad.
G. Derecho a estar protegido judicialmente para poder recibir todas las atenciones y cuidados necesarios en el caso de que los padres o la familia se nieguen por razones religiosas, culturales u otras.
H. Derecho a ser hospitalizado junto a otros niños, evitando todo lo posible su hospitalización entre adultos.
I. Derecho a proseguir su formación escolar durante su permanencia en el hospital, y a beneficiarse de las enseñanzas de los maestros y del material didáctico que las autoridades escolares pongan a su disposición, en particular en el caso de una hospitalización prolongada.
J. Derecho del niño a la necesaria ayuda económica y moral, así como psicosocial, para ser sometido a exámenes o tratamientos que deban efectuarse necesariamente en el extranjero.

2. D. EL VOLUNTARIO FRENTE AL NIÑO

La labor de animación que realizan los voluntarios, en general, mejora el estado de ánimo del menor y de los beneficios que se desprende de esta colaboración no sólo repercuten positivamente en el paciente, sino también en el propio voluntario, la familia del niño, el personal sanitario y en el hospital. 
La Asociación Akafi realiza actividades de acompañamiento y animación en todas las salas del Hospital Niño Jesús de Madrid, no siendo específica de alguna determinada enfermedad. Por tanto, el perfil del niño enfermo con el que nos vamos a encontrar va a depender de las necesidades que existan. En el área de psiquiatría se solicitan muy pocos acompañamientos, sin embargo, en el área de oncología o lactancia hay una importante demanda. También en función de la actividad, varía el perfil del niño con el que trabajamos. 
Pero en todos los casos, la actitud del voluntario debe ser la misma. Debe estar preparado para estar con menores de todas las edades. La tolerancia es una característica esencial. Después de realizar un acompañamiento, a veces nos quedamos con la impresión de no haber hecho nada, si el niño se ha pasado mucho tiempo descansando o simplemente estaba muy apático. Pero nada más lejos, a pesar de todo, nuestra labor habrá sido tan importante como si hubiéramos estando jugando todo el tiempo. El sólo hecho de estar con el niño, hace que se sienta más seguro, que no se sienta sólo. Si apenas puede abrir los ojos, pero siente nuestra mano sujetando la suya o acariciando su cara o nos escucha mientras le contamos un cuento, estamos haciendo algo maravilloso. Que el niño perciba nuestra cercanía, nuestro cariño, es un hecho que le proporciona seguridad, tranquilidad. 
A veces, sufrimos el rechazo del niño, si nos percibe como las personas que hacen que la familia se vaya. No pasa nada. Es probable que cueste conseguir su aceptación. Entonces, es prioritario hacerle ver nuestra función, que entienda que sólo queremos que no se encuentre sólo. Es mejor, dejarle un tiempo para que asuma su situación, permaneciendo en la habitación. Y con total naturalidad, empezar a proponerle algún juego o lectura de un cuento. Si se sigue mostrando apático, podemos hacer como si le ignoráramos, es muy probable que nos acabe llamando la atención. De todas formas, cada niño es un mundo y no responden igual a situaciones similares. Cuando el peque desconoce a esas personas que, de repente, entran en su habitación con un chaleco naranja, al principio es normal que sienta rechazo. Pero una vez, se acostumbre a ellas y aprenda a verlas como unas compañeras de juegos o personas con recursos que le pueden aliviar la sensación de aburrimiento o ese sentimiento de hostilidad hacia el hospital, acaban siendo bienvenidas. Ante cualquier situación que no se sepa afrontar siempre es mejor consultar con la persona responsable de las actividades. Debemos de mantener informado al responsable de la entidad, de aquellas cosas que nos parezcan relevantes (“el niño se empeña en estar sólo y no quiere voluntario”, “es interesante llevar un equipo de música para que se relaje” …). El responsable a su vez, tiene la obligación de informar a los trabajadores sociales. 
Con la finalidad de suavizar el primer contacto con los niños que acompañamos y tranquilizar a la familia sabiendo con quién deja a sus hijos, hacemos nuestra la obligación de ir con un mínimo de cinco minutos de adelanto sobre la hora prevista del acompañamiento. Ir a la hora justa, lleva la mayoría de las veces a ser un relevo para los padres y no tener apenas tiempo de mediar palabra, con lo que no facilitaremos la adaptación del niño a la nueva situación. Por tanto, vamos a ir siempre con antelación para que la familia nos conozca y si lo necesitan, nos cuenten aquello que consideren que debemos saber. El niño nos verá cercanos a la familia y será más fácil que entienda porque nos vamos a quedar. Caso diferente es cuando vamos con un niño que ya se encuentra sólo, con naturalidad nos vamos a presentar y explicarles nuestra función.  
  Con los lactantes, el trabajo del voluntario se simplifica bastante, pero no debemos restarle importancia. Aunque duerma, el estar a su lado por si se despierta y es preciso consolarle o estar pendiente por si necesita algo, es tarea que nos debe reconfortar. 
En el caso de los chavales del área de psiquiatría, el trabajo puede estar también muy limitado, cuando no se permiten juegos o llegamos sin saber muy bien qué hacer. Es importante, que el voluntario se sienta preparado para este tipo de acompañamientos, en caso contrario es mejor hablar con la persona responsable. Muchos son adolescentes, por lo que el diálogo funciona bien. Evitando aquellos temas que es mejor no tocar como las comidas. Es mejor decirles que hablen con los médicos y buscar otro tema de conversación. Con ellos, también es importante la cercanía, que nos vean como personas cercanas que no vamos a poner normas ni a darles charlas sobre lo que les conviene. Sencillamente, que nos vean como personas que vamos con el objetivo de entretenerles, de compartir un rato agradable, olvidando donde nos encontramos. Eso se consigue mostrándonos naturales y amistosos. 
Es evidente que la cercanía lleva en muchos casos al cariño. Sucede, frecuentemente, con aquellos niños que pasan más tiempo ingresados y son acompañados en bastantes ocasiones por voluntarios. El personal del hospital recomienda no encariñarse demasiado con ellos, tratar de ser un poco distante. Es una medida lógica, si se tiene en cuenta que llegará el día en que reciban el alta y dejemos de verlos. Todavía se hace más importante esta medida en el caso de niños enfermos terminales. Yo que lo he vivido personalmente, aseguro que se pasa mal. Pero, lo difícil es evitar el cariño. Como voluntario tengo el convencimiento de que no debo encariñarme mucho con un niño. Pero somos humanos y el amor hacia una persona no se escoge, sencillamente surge. La solución es tratarle con cariño y sacar los sentimientos negativos o de impotencia fuera del hospital; actuar con normalidad.  
 En los casos de acompañamientos prolongados de varios días o de todo un día, vamos a organizarnos para que el niño sea atendido por el menor número posible de voluntarios. No está permitido que a un niño le acompañen a la vez más de dos voluntarios, siendo lo normal y lógico que sea una única persona la que le atienda. Vamos a intentar asignarle personal que le puedan acompañar al menos dos días en semana. 
 Es de vital importancia que salvaguardemos la intimidad del niño. Por lo general vamos a recibir la información que el personal del hospital considera que debemos saber, nada más. No somos periodistas ni médicos, por lo que no debemos buscar más información. Tampoco vamos a interrogar al niño sobre lo que le pasa. Caso diferente es que el menor nos tome confianza y de repente se desahogue o nos cuente algo sobre su realidad o nos pregunte sobre su enfermedad. En esos casos, debemos responderle con cariño y tratar de reconducir la conversación para evitar hablar de ello, sugerirle que le pregunte a su enfermero, al médico o a su psicólogo, no mostrar pena por su situación y ser empáticos. Insistimos, la información que nos llegue debe ser tratada con respeto y confidencialidad.
 En conclusión, el voluntario debe tratar al niño con naturalidad, cariño, respeto, tolerancia y empatía; además de ser muy discreto con la información que maneja de él.     

3. RECURSOS PARA EL OCIO EN EL HOSPITAL.

3. A. ANIMACIÓN CON EL NIÑO ENFERMO.

Una de las formas de reducir los temores del niño ante la situación hospitalaria, es a través del juego. Fomenta las comunicaciones y habilidades sociales; es una salida para la energía acumulada; es una salida para las necesidades y deseos; es una fuente de aprendizaje y un estímulo para la creatividad, el desempeño de roles, etc. Los juegos y juguetes deben de ser adecuados a la edad y desarrollo del niño, así como de sus gustos e intereses, para que actúen de estímulos reforzadores de la conducta. Los juegos contribuyen activamente al desarrollo integral de los niños.
En situación hospitalaria, el juego le permite al niño confrontar activamente sus fantasías y temores en torno a la enfermedad, a las operaciones y procedimientos médicos, se recomiendan entonces como tipos de juegos, utilizar la interpretación de roles o dramatización (jugar a ser médicos o enfermeras), la manipulación progresiva de materiales médico-quirúrgicos ( de juguete o de verdad como jeringuillas), así como la utilización de juegos como rompecabezas, juegos de construcción, videojuegos, etc. Durante la enfermedad el juego provee sentimiento de seguridad porque es una actividad que tiene continuidad todos los días. También es importante considerar el dibujo infantil, como herramienta de juego en el niño hospitalizado.
Tanto en el caso de los acompañamientos como en el de la animación, el objetivo que nos debemos plantear es el mismo, entretener al niño. El trabajo es el mismo tanto si nos encontramos solos con un menor en su habitación o con la familia al lado, como si lo entretenemos en una consulta o en la ludoteca de la ciber-aula. Debemos mostrarnos con la misma naturalidad. Si están los padres delante no es algo que nos deba incomodar. Al contrario, debemos invitarle también a jugar o proponer al niño la participación del familiar. Debemos realizar nuestras actividades e intervenciones siguiendo unos principios que implican respeto, tolerancia, compañerismo, creatividad y participación; sin buscar siempre un rendimiento o resultado final; adaptándolas al contexto donde se desarrollan (material, temperatura, lugar, niños, …) y no deben afectar a la integridad física, psíquica o afectiva de los niños.
Cuando vamos a una habitación para hacer ludoteca o acompañamiento debemos tener en cuenta, en primer lugar, lo que nos digan los enfermeros. Por ejemplo, no podemos pensar en un puzle si el niño debe estar totalmente tumbado, sería muy incómodo. O jugar una partida a las cartas, si necesita tener un brazo quieto. Por tanto, nos debemos adaptar a las posibilidades de nuestro compañero de juego. A veces, es el propio niño el que nos solicita jugar a algo o que le llevemos un determinado juego o juguete. Si somos conscientes de que no es viable, de que no va a poder disfrutarlo, es mejor proponerle otra cosa. Explicarle que cuando mejore y pueda moverse mejor, podrá jugar sin problemas; que hay otros juegos y recursos para entretenerse. Si se pone tozudo con la idea de jugar a algo que no puede, debemos tranquilizarle y hacer un ejercicio de reflexión. “Mira, entiendo que te apetezca ahora, pero es que en este momento es más importante que te cures y vas a tener mucho tiempo cuando te encuentres mejor para jugar a eso. Piensa, que me tienes a tu lado y podemos jugar a otras muchas cosas. ¿Qué te parece si…? O ¿Por qué no pensamos en otra cosa para jugar?”
En los casos en que vamos a acompañar a un niño que se encuentra aislado, debemos tener en cuenta que no podemos llevarle cualquier cosa y que lo toque sin más. Debemos extremar la higiene y llevaremos juguetes y objetos que se puedan desinfectar. Para ello, pediremos al personal de enfermería lo necesario para limpiar las piezas. Si la idea es leerle algo, debemos cuidar que sea un libro de pasta dura que se pueda limpiar. En caso contrario, no debemos dejar que lo toque. Es muy importante que el niño aislado no toque nada que previamente no se pueda desinfectar. 
Pero no siempre vamos a tener un juego a mano o dibujos para colorear, o no vamos a encontrar una disposición en el niño para dejarse llevar por nuestros juegos. Hace poco escribí una pequeña reflexión que me parece oportuno anotar aquí:
“A veces he cruzado la puerta de una habitación del hospital con interrogantes sobre cuál va a ser mi papel como animador voluntario o acerca de lo que voy a ser capaz de dar. No siempre encuentro lo que probablemente me gustaría, es decir, un niño con ganas de jugar o con deseos de pasarlo bien. Tratándose de un hospital soy consciente de que debo estar preparado para toda clase de acompañamientos. En cualquier caso, mi meta es cuidar todos los detalles para que el peque al que voy a acompañar sienta la ternura de alguien que quiere ser cercano, cuya máxima prioridad sea poner cariño en cada gesto o comentario. En definitiva, que le ofrezca el mismo trato humano y respetuoso que le daría a cualquiera otra persona.
 He aprendido lo importante que es ir al hospital con esta mentalidad, habiendo vivido varias veces la experiencia de acompañar a un niño que no podía hacer más que permanecer tumbado en la cama, sin ganas de hacer nada o de jugar. Mi papel ha sido tan importante como el que he podido realizar jugando al parchís con otro niño. Así el objetivo no es hacer grandes cosas, sino hacer de lo más humilde como contar un cuento o coger durante un tiempo la manita del niño y permanecer a su lado, el gesto más noble y sentir que con ese simple gesto estoy haciendo mucho. Porque así es, tan importante o más es dar seguridad y cariño como entretener”
Como voluntario es muy útil que vayas adquiriendo recursos propios como cuentos con los que sorprender al niño, adivinanzas, canciones, … Y, recuerda que lo material no es tan importante. Prioriza la necesidad del niño de estar acompañado y de ser escuchado. Recuerda que el juego es el medio ideal para desarrollar técnicas y habilidades de comunicación, y técnicas sociales como participar, competir, colaborar y buscar ayuda, sin poner énfasis en la perfección.

3. B. NUESTROS RECURSOS.

 Para ser voluntario en hospitales no es preciso poseer el título de monitor de tiempo libre o ser licenciado. Algunos dudan de su capacidad para entretener al niño por no poseer títulos o formación. Pero todos, hemos sido niños y disponemos de unos mínimos recursos. El día a día hace el resto. Lo importante es poner interés y ganas en lo que hacemos. 
           A la hora de hacer animación, debemos tener en cuenta que a un niño no se le debe imponer un juego. Se trata de lanzar diferentes propuestas y ver la reacción del pequeño. A veces ayuda mucho, dejar primero un espacio para la iniciativa del menor. Vamos a preguntarle si le apetece jugar a algo o si conoce juegos que no precisen un tablero o cualquier otro material. Es más fácil que colabore y quiera jugar si dejamos que sea el protagonista a la hora de elegir, proponer y desarrollar los juegos. Una forma de motivarle, es decir, por ejemplo: “uf no, a palabras encadenadas no, seguro que me ganas, que tienes cara de listo y yo soy muy malo jugando”. Es decir, anticipar que el niño va a ser muy bueno jugando, para que se sienta atraído a ser el protagonista. Evidentemente vamos a jugar a su propuesta: “venga, vamos a jugar”. Es muy curioso el resultado positivo que se consigue cuando el monitor se deja llevar y más aún, cuando se equivoca a posta y dice alguna barbaridad para provocar la risa del niño, o se hace un poco el sordo malinterpretando las cosas. “Que juguemos a las cataratas del miagara, en vez de a palabras encadenadas” … 
           Te propongo, ahora, algunos juegos para poner en práctica sin necesidad de pensar en recursos materiales. Antes de leerlos, cierra los ojos y trata de pensar en juegos que conozcas. Con toda probabilidad, te vas a sorprender comprobando que ya cuentas con recursos propios. Si conoces algún juego que no esté en el siguiente listado, no dudes en incluirlo. 
• “Veo, veo”. Juego en que se van dando pistas sobre algo que el otro jugador debe adivinar. Tiene que ser algo que se encuentre en la habitación o en el lugar en que se encuentren los jugadores. Pierde el que después de varias pistas, no consiga adivinar a que hacen referencia y se dé por vencido. Para dos o más jugadores.
• “Veo, veo adaptado”. Otra posibilidad es adaptarlo a las necesidades, edad o conocimientos del niño. Por ejemplo, hacemos un “veo, veo” de animales, ya que al peque le gustan mucho para atraer más la atención en el juego. O uno sobre las cosas que tenemos en casa, para conocernos mejor. Si al menor le va mucho el deporte, proponemos uno en el que sirvan los recursos que se utilizan en las diferentes modalidades deportivas y los equipos… 
• “Palabras encadenadas”. Uno dice un término, por ejemplo: árbol. Y el otro debe seguir con otro que empiece por la última letra de la palabra anterior. Por ejemplo: lupa. Si el niño es más mayor, se puede hacer usando la última sílaba. Ejemplo: árbol – bola –lápiz -…La idea es que cada vez se haga más rápido. Pierde el que repite una palabra o no se le ocurre ninguna palabra. Para dos o más jugadores.
• “Piedra, papel y tijera”. Juego clásico con las manos en que después decir las palabras, cada jugador debe descubrir su mano que ha permanecido oculta tras la espalda, haciendo una de las formas. Piedra es con el puño cerrado y gana a tijera. Papel es con la mano abierta y gana a piedra. Tijera es con dos dedos estirados haciendo la forma de la tijera y gana al papel. Para dos o más jugadores.
• “Pares y nones”. Con la mano oculta tras la espalda. A la vez se descubren con tantos dedos estirados como se quiera. Se cuentan los dedos estirados que suman entre los jugadores. Si es número par, gana el que se ha pedido par y a la inversa. Para dos únicos jugadores.
• “Euro junior”. Uno de los jugadores empieza a cantar algo conocido, en un momento dado debe seguir el otro jugador cantando. Si no sabe, pierde. Luego, al revés. Otra posibilidad es jugar a inventarnos canciones, o inventarnos letras usando melodías conocidas.
• “Pulso chino”. Se unen las manos de los jugadores, quedando el dedo gordo libre. Gana el que consigue atrapar el dedo gordo del contrincante poniendo el suyo encima. 
• “Adivinanzas”. Como en el veo, veo. La diferencia es que ahora puede ser cualquier objeto, animal o vegetal que se nos ocurra. Se puede optar por adivinanzas conocidas o improvisar otras. 
• “Miradas de risa”. Los jugadores deben ponerse serios y mirarse fijamente. Pierde el que primero se ría. 
• “De película”. Uno de los jugadores piensa en una película. Usando sólo los gestos, debe hacer que el otro jugador diga su título o al menos la identifique. Al ser sólo dos jugadores, debe primar la sinceridad y/o honestidad. En otras palabras, no se debe hacer trampas. Si el niño no se puede mover de la cama, podemos jugar con pistas y gestos, haciendo que sólo se pueda usar la cabeza y los brazos y manos.
• “Figuras en la espalda”. Se trata de hacer figuras sencillas en la espalda del otro jugador, que debe adivinar su forma. Si es un cuadrado o un círculo…
• “Menudo cuento”. Vamos a jugar a construir una historia. Comienza uno de los jugadores relatando el comienzo de un cuento, el otro jugador debe seguirlo. La historia acaba cuando ambos jugadores lo consideren. 
• “Cuentos enredados”. Como en caso anterior, pero ahora se empieza narrando un cuento clásico como la cenicienta. Ahora le toca al otro jugador seguir la historia, pero introduciendo personajes nuevos. Se trata de enredar los cuentos tradicionales o mezclar personajes.

Imagina ahora, que dispones de folios y lápiz o bolígrafo. También existen muchas posibilidades de juego:
• “Juego del árbol”. Es como el clásico juego del ahorcado, pero vamos diseñando un árbol, que previamente enseñamos al niño para que se familiarice con sus partes: raíz, tronco, ramas, copa, hojas y pájaros. Se trata de averiguar una palabra, para lo que se pueden ir diciendo vocales y consonantes. Cada vez que dice una que no esta se va diseñando una parte del árbol. El objetivo, para ganar, es averiguar la palabra antes de que quede totalmente diseñado el árbol. Se dibuja con tantas divisiones como posibilidades queramos tener para jugar. Este juego también se puede hacer mentalmente, sin papel, con chavales más mayores.
• “Jeroglíficos”. El objetivo es adivinar una palabra o acción, partiendo de dibujos o letras o sílabas. Por ejemplo, se dibuja una barra de pan, para dar la pista de la letra p o de toda la sílaba. Si a la barra, le unimos un dibujo de una teta y la silaba “ra”; la palabra es pantera. Para jugar con chavales mayores, procurando no complicarlo mucho.
• “Hundir la flota”. Juego clásico, en el que se diseñan tableros. El objetivo es hundir la flota, acertando las casillas donde se esconden. Los tableros pueden ser tan complejos como queramos, y tener el número de barcos que se deseen. Eso sí, que sean equitativos en cuanto a número de casillas que ocupen para los dos equipos. La columna superior horizontal se numera con números y la lateral izquierda vertical con las letras del abecedario. Así se va diciendo, por ejemplo: c 4 o h 6. Cuando se da a un barco se dice tocado, cuando se le da completamente, hundido. Y si no se da a ningún barco, agua. 
• “Juego de los animales”. Es una variante del hundir la flota, más educativo, con unos tableros que vamos a tener preparados. La mecánica del juego es similar, pero el objetivo del juego no va a ser hundir barcos, sino proteger especies de animales. En el casillero de cada equipo vamos a dibujar diferentes dibujos de animales, que ocuparán el mismo número determinado de casillas, sin seguir un orden, para los dos contrincantes. Cada vez que el otro equipo de con una parte de un dibujo, hay que decir animal. Si se descubre el animal completo diremos su nombre y protegido, por ejemplo, conejo protegido. También podemos dibujar árboles de una sola casilla, en su caso diremos árbol. Finalmente, para el resto de casillas, diremos naturaleza. Gana el equipo, que al final del juego tenga más animales protegidos. 
• “Dibujo compartido”. Es hacer un dibujo sin hablar. Empieza uno diseñando unos trazos y luego sigue el otro. Simplemente es dibujar lo que se nos ocurra, por turnos. El resultado puede ser asombroso. También se puede hacer con música, pintando lo que se nos ocurra o sugiera la melodía.
• “Pictionary”. Y si hablamos de dibujos, no puede faltar en el listado, un juego conocido de mesa que es el pictionary. Un jugador va dibujando algo, sin decir nada. En un tiempo determinado, el contrincante debe averiguar lo que es. Se puede establecer un sistema de puntuación.
• “3 en raya”. Un conocido juego de mesa. No tenemos más que diseñar el tablero con nueve casillas dispuestas en tres columnas y tres filas ordenadas. Y hacer seis fichas, con unos trozos de papel, procurando diferenciar las tres fichas de un jugador de las de otro. Por ejemplo, se pueden hacer con diferentes trazos de bolígrafo.
• “Escatergory”. Otro clásico entre los juegos de mesa. Se dibujan varias columnas con diferentes categorías (a concretar con el niño): animales, colores, geografía (ríos, países, continentes, …), comida, nombres propios, … Cada vez un jugador tiene que decir una vocal o consonante. Se trata de buscar palabras que correspondan a cada categoría que empiecen por esa letra. Gana el que más palabras correctas consiga. Se puede establecer un sistema de puntuación y marcar el tiempo para escribir las palabras. Para chavales mayores. 
• “Figuras de papel o papiroflexia”. Seguro que se te ocurre algo para hacer con papel. Puede ser más educativo, si reutilizamos papel usado. Por ejemplo, después de jugar al juego del árbol, aprovechamos el papel para hacer un avión o un abanico…

Es bueno sorprender a los niños que van a la consulta, con frecuencia, con nuevas propuestas. Por eso, podemos pensar en un taller con plastilina o de dedicar una mañana a hacer tarjetas sorpresa. Si no se dispone del material preciso, se puede comprar anticipando el listado al día en el que se desarrolle el taller. Por las tardes, también podemos improvisar con globos o plastilina en la sala de la Caixa. Queda claro, que no se nos permite derrochar el material. No podemos ir por las habitaciones prestando pinturas, por ejemplo, que podrían acabar extraviándose. Pero si podemos prestar algo, con la condición de pasar antes de las 20:00 horas a recogerlo.
La asociación Akafi cuenta con juguetes, juegos de mesa o puzles, entre otros materiales, para el entretenimiento de los niños. Pero se espera, incrementar dichos recursos para mejorar el servicio.

3. C. NUESTRAS ACTIVIDADES.

De entrada, quiero recordarte que todo nuestro trabajo tiene un mismo propósito, entretener a los niños. Sea con los libros, con las consolas, con un puzle o con juegos de mesa, estamos acompañándoles en un momento de su hospitalización o durante su estancia en la consulta. Es habitual que todos elijamos hacer los acompañamientos y que le demos menos importancia al resto de las actividades, pero en realidad todo tiene su importancia. En ocasiones, algún voluntario suelta alguna perla del tipo “no hay nada que hacer”. Pero no es cierto, sólo hay que tener iniciativa y ponerse manos a la obra. Tienes que hacerte a la idea de que debes variar tus cometidos. Así es más enriquecedor el trabajo y podrás llegar a más niños y aportar tus propias ideas. 
Es importante tener iniciativa y aprovechar la increíble oportunidad que se nos da de desarrollar trabajo voluntario en el hospital. 


Share by: